Normativas y certificaciones imprescindibles para la protección podal
Conocer las normativas y certificaciones aplicables al calzado de seguridad es fundamental para garantizar la protección podal en distintos sectores. Este artículo explica qué normas conviene revisar, cómo interpretar etiquetas y códigos, y qué características técnicas —como antideslizamiento, aislamiento, puntera y ergonomía— valorar al elegir calzado de protección como parte del equipo de protección individual.
El calzado de seguridad es una pieza esencial del equipo de protección individual: protege frente a impactos, perforaciones, cambios de temperatura y resbalones, además de influir en la comodidad durante jornadas prolongadas. Comprender las normativas y las certificaciones aplicables facilita seleccionar modelos adecuados al riesgo real del puesto, cumplir las obligaciones legales y mantener la protección a lo largo del tiempo mediante un mantenimiento correcto.
Certificaciones esenciales y cómo interpretarlas
Las certificaciones definen los riesgos frente a los que protege cada modelo. En muchos países existen normas que especifican requisitos mínimos para resistencia al impacto de la puntera, comportamiento antiperforación, propiedades antielectrostáticas y resistencia al deslizamiento. Las etiquetas y los códigos en el calzado indican la conformidad con estas normas; conocer su significado permite comparar modelos y confirmar que el calzado satisface las exigencias del puesto.
EPI y calzado: requisitos legales en el lugar de trabajo
El concepto de equipo de protección individual obliga a proporcionar y usar calzado certificado cuando los riesgos no se eliminan por otros medios técnicos u organizativos. Según la evaluación de riesgos, puede exigirse calzado con puntera de protección, suela resistente a perforaciones o propiedades antideslizantes. La documentación técnica del fabricante, junto con las fichas de datos, debe acreditar la conformidad y facilitar la selección adecuada para cada ambiente laboral.
Ergonomía y transpirabilidad para salud podal
La ergonomía y la transpirabilidad son factores clave para prevenir fatiga, dolor y problemas dermatológicos. Un diseño ergonómico ofrece apoyo en el arco plantar, amortiguación adecuada y evita puntos de presión; una buena transpiración reduce la humedad y el riesgo de rozaduras o infecciones. Al elegir calzado de protección conviene equilibrar criterios de seguridad con materiales y construcción que favorezcan la comodidad durante la jornada.
Antideslizante, aislamiento térmico y durabilidad
Las propiedades antideslizantes se verifican mediante ensayos en diferentes superficies y contaminantes (agua, aceite, productos químicos) y son imprescindibles en hostelería, sanidad, industria y construcción. El aislamiento térmico protege frente a suelos fríos o fuentes de calor; la durabilidad depende de la calidad de materiales y procesos de fabricación. Seleccionar suelas y materiales adecuados y seguir buenas prácticas de uso prolonga la eficacia protectora del calzado.
Puntera y protección mecánica: opciones y consideraciones
La puntera puede ser metálica o compuesta y su función es absorber la energía de impactos y evitar aplastamientos. Las normas establecen la energía mínima que deben soportar. La elección entre puntera metálica o no metálica se basa en factores como peso, necesidad de aislamiento eléctrico y comodidad. Es importante elegir una puntera que ofrezca la protección necesaria sin comprometer la ergonomía ni aumentar la fatiga del trabajador.
Mantenimiento y comprobaciones periódicas en el lugar de trabajo
La protección efectiva depende del mantenimiento: limpieza regular, secado adecuado y revisión de suelas, costuras y punteras. Las inspecciones permiten detectar desgaste, pérdida de propiedades antideslizantes o daños que invalidan la protección. Establecer protocolos de revisión y reemplazo en el lugar de trabajo asegura que el equipo siga cumpliendo su función y evita confiar en una protección que ya no existe.
Conclusión Conocer y aplicar las normativas y certificaciones del calzado de seguridad permite tomar decisiones informadas y adecuadas al riesgo laboral. Integrar aspectos técnicos —resistencia a impactos, antideslizamiento, aislamiento, durabilidad, ergonomía y transpirabilidad— con un programa de mantenimiento y verificación mantiene la protección podal efectiva a lo largo del tiempo y contribuye a condiciones laborales más seguras y saludables.