Selección según anatomía podal: soluciones para arcos y pies planos

La elección de calzado de seguridad debe estar guiada por la anatomía del pie: los arcos altos y los pies planos requieren soluciones distintas en soporte, plantillas y suela para mantener protección, confort y cumplimiento normativo durante la jornada laboral.

Selección según anatomía podal: soluciones para arcos y pies planos

Elegir un calzado de seguridad adecuado exige valorar la forma del pie, no solo la talla o la resistencia del material. Los arcos altos y los pies planos generan patrones de carga distintos y, por tanto, requieren características específicas en la horma, la suela y las plantillas. Un buen ajuste reduce la fatiga, minimiza el riesgo de lesiones por sobreuso y favorece la estabilidad en distintas superficies de trabajo. Además, factores como la tracción, el aislamiento térmico y la protección frente a objetos punzantes deben integrarse sin comprometer el soporte anatómico.

Ergonomía: ¿cómo influye en el soporte del arco?

La ergonomía en el calzado busca distribuir las presiones de la pisada y alinear la postura corporal. Para arcos altos es importante una entresuela con amortiguación localizada que evite puntos de presión sobre el arco; para pies planos la prioridad es el soporte medial que controle la pronación excesiva. La forma de la horma, la flexibilidad de la suela y la altura del tacón influyen en la postura y en la carga sobre rodillas y espalda. Evaluar estas características ayuda a seleccionar un modelo que favorezca comodidad y rendimiento durante turnos largos.

Plantillas: opciones para arcos altos y pies planos

Las plantillas apropiadas pueden corregir o compensar desequilibrios anatómicos. Para arcos altos convienen plantillas con apoyo cóncavo y amortiguación en talón y metatarso; materiales como la espuma viscoelástica o el gel reducen impactos. En pies planos se recomiendan plantillas con soporte medial firme que controlen la pronación y estabilicen el pie. Existen plantillas prefabricadas de distinto grado de soporte y opciones personalizadas realizadas por podólogos. Cambiar las plantillas cuando pierden forma y mantenerlas limpias prolonga su efectividad.

Tracción y estabilidad en superficies resbaladizas

La suela debe ofrecer tracción adecuada según el entorno: superficies aceitosas, húmedas o con escombros requieren un dibujo más agresivo y compuestos resistentes a la abrasión. Para quienes tienen pies planos, una suela con buen agarre mejora la estabilidad compensando la superficie de apoyo alterada. Es importante equilibrar la adherencia con la flexibilidad: suelas demasiado rígidas pueden limitar la movilidad y aumentar la fatiga. El mantenimiento regular de las suelas, como la limpieza y la inspección, conserva la tracción y la seguridad.

Protección frente a perforaciones y presión localizada

En sectores con riesgo de objetos punzantes, la suela incorpora placas antipunzón que evitan perforaciones. Estas protecciones deben diseñarse para no generar puntos de presión en el arco o alterar el apoyo natural del pie. Las soluciones modernas emplean materiales compuestos más ligeros y flexibles que combinan protección con menor peso. Para arcos altos es fundamental que la placa no comprima la zona cóncava; para pies planos, que no eleve ni deforme la plantilla. Evaluar la compatibilidad entre la placa y las plantillas garantiza confort y seguridad.

Aislamiento y propiedades antielectrostáticas

En algunos puestos es necesario aislamiento térmico para proteger del frío o calor, así como propiedades antielectrostáticas para disipar cargas. Estos atributos deben integrarse sin sacrificar el soporte anatómico: materiales aislantes demasiado rígidos pueden comprometer la adaptabilidad de la horma. Asimismo, las prestaciones antielectrostáticas deben cumplir las normas aplicables en cada industria. Elegir modelos que equilibren aislamiento, disipación de carga y flexibilidad asegura protección y confort en diferentes condiciones laborales.

Durabilidad, mantenimiento y cumplimiento normativo

La durabilidad depende de materiales, procesos de fabricación y mantenimiento. Suelas de compuesto resistente, costuras bien selladas y materiales interiores transpirables prolongan la vida útil. El mantenimiento incluye limpieza periódica, revisión de suelas y cambio de plantillas cuando se desgastan. Verificar el cumplimiento de normas internacionales o locales garantiza que el calzado ofrezca las prestaciones declaradas en protección, disipación electrostática y resistencia a perforaciones. Considerar la sostenibilidad del fabricante y materiales reciclables aporta un criterio adicional al decidir.

En resumen, la selección de calzado de seguridad según la anatomía podal exige un enfoque integral: identificar si existe arco alto o pie plano, elegir plantillas y hormas que ofrezcan soporte adecuado, y asegurarse de que la suela y las propiedades protectoras —tracción, aislamiento y resistencia a perforaciones— no comprometan el confort. El mantenimiento regular y la comprobación del cumplimiento normativo mantienen la eficacia y prolongan la vida útil del calzado, mientras que la elección de materiales más sostenibles puede reducir el impacto ambiental sin sacrificar funcionalidad.