Cirugía LASIK: qué esperar y opciones para la visión

La cirugía LASIK es un procedimiento refractivo con el objetivo de reducir la dependencia de gafas y lentes de contacto corrigiendo defectos ópticos como la miopía, hipermetropía y astigmatismo. Antes de decidirse, es importante comprender cómo se evalúa la salud del ojo, qué tecnología láser se utiliza, los pasos del procedimiento y las alternativas disponibles. Este artículo ofrece una explicación técnica accesible sobre el proceso, riesgos habituales y consideraciones clínicas para quienes evalúan esta intervención. Este artículo es solo para fines informativos y no debe considerarse asesoramiento médico. Consulte a un profesional de la salud calificado para orientación y tratamiento personalizados.

Cirugía LASIK: qué esperar y opciones para la visión

Ojo y visión antes de la cirugía

La evaluación previa examina la topografía corneal, el grosor de la córnea, la refracción actual y la estabilidad de la receta. Pacientes con córneas demasiado delgadas o enfermedad corneal activa pueden no ser candidatos. También se revisa la historia médica y ocular: sequedad ocular, glaucoma, cataratas incipientes o antecedentes de enfermedades autoinmunes pueden influir en la idoneidad. La edad y la estabilidad de la refracción, generalmente durante al menos un año, son factores clave; en adultos jóvenes la receta debe estar estable antes de planear una intervención.

Tecnología láser en LASIK

LASIK combina láseres de diferentes tipos: un láser de femtosegundo para crear un colgajo corneal fino y un láser excímer para remodelar el tejido corneal y corregir la refracción. La precisión se mide en micras y las plataformas modernas integran mapeo corneal y seguimiento del ojo en tiempo real para reducir errores. Aunque la tecnología ha mejorado la reproducibilidad y seguridad, la técnica precisa y la experiencia del cirujano siguen siendo determinantes para los resultados visuales y la gestión de las complicaciones.

Proceso de cirugía refractiva

El procedimiento suele comenzar con anestesia tópica (gotas) y dura entre 10 y 20 minutos por ojo. Se crea un colgajo corneal mediante femtosegundo, se eleva el colgajo y se aplica el láser excímer para remodelar la córnea según un plan personalizado; finalmente se recoloca el colgajo. La mayoría de los pacientes describe visión borrosa temporal y sensación de arenilla las primeras 24–48 horas. La recuperación visual inicial puede ser rápida, aunque la estabilización total puede llevar semanas o meses y requiere controles postoperatorios sistemáticos.

Gafas vs lentes de contacto después de la cirugía

Tras la cirugía, muchos pacientes reducen o eliminan la necesidad de gafas para actividades diarias, pero algunos requieren gafas para lectura o tareas específicas, especialmente con presbicia relacionada con la edad. El uso de lentes de contacto generalmente se evita inmediatamente después del procedimiento hasta la completa cicatrización; si se necesitara su uso posterior, puede ser necesario adaptar lentes especiales. Riesgos como sequedad ocular o aberraciones nocturnas pueden influir en la necesidad de ayudas ópticas puntuales, por lo que la expectativa debe ser realista y discutida con el cirujano.

Alternativas y consideraciones para pacientes

Existen alternativas a LASIK según las características del ojo y las preferencias: PRK (queratectomía fotorrefractiva) remueve la capa superficial en vez de crear un colgajo, y SMILE emplea una mínima incisión para extraer tejido corneal. Para correcciones muy altas o córneas delgadas, las lentes intraoculares fáquicas pueden ser una opción. Cada técnica tiene perfil de recuperación y efectos secundarios distintos; por ejemplo, PRK suele conllevar más incomodidad inicial pero preserva más tejido corneal superficial. La decisión debe balancear riesgos, anatomía ocular y estilo de vida.

Conclusión

La cirugía LASIK y sus alternativas ofrecen posibilidades reales de reducir la dependencia de gafas y lentes de contacto, pero no eliminan todas las limitaciones visuales ni son apropiadas para todos los pacientes. Una evaluación oftalmológica completa, comprensión de los riesgos (sequedad ocular, halos, necesidad de retoques) y expectativas realistas son esenciales para una decisión informada. La elección entre técnicas se basa en la anatomía del ojo, la tecnología disponible y la valoración clínica por un especialista.